Javier y Zair



No podía distinguir al hombre tras la AK-47, tenía la cara cubierta por un pasamontañas o quizá fuera un turbante, no podía verlo, con seguridad lo habían drogado. Quiso correr pero no se movió siquiera un solo milímetro. Los músculos parecían no responderle. El sonido de fondo era el de un gentío que bramaba en una lengua extraña que él sin embargo podía entender, ¡muerte a Zair!, repetían una y otra vez ¡Muerte al traidor! Sintió el frío del metal contra su frente… se encomendó a Alá y apretó los párpados. Antes que la bala se incrustara en su cráneo Javier despertó sobresaltado. Besó el crucifijo que su madre le había regalado el día de su primera comunión y agradeció al cielo que sólo fuera un sueño. Un temblor leve pero profundo lo acompañó desde ese momento. La noche posterior al terrible sueño no quiso dormir, temía que el guerrillero vuelva para terminar su tarea. Había pasado casi una semana y no había vuelto a "pegar los ojos". El miedo y las anfetaminas lo habían mantenido en una especie de rara vigilia a la que se aferraba con desesperación. De repente tuvo al guerrillero nuevamente frente a él, como si al reproductor le hubiesen vuelto a dar “play” y la escena continuara en el preciso punto en que la había dejado sólo unos días atrás. Zair quiso volver a ser Javier, pero esta vez no alcanzó a soñar.


Comentarios

  1. Muy crudo y buen relato…

    El presagio barruntaba su mente invadiendo sus sueños, hasta que no puedo escapar de él…

    Un placer, amigo.

    Bsoss, y feliz finde.

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  2. Casi que no sé cuál era el sueño.
    Que angustia...
    Un 😘

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