Un Optimista Incorregible


Ernesto era un optimista. Los que precisamente no lo somos apreciamos mucho más ese don. Personalmente nunca lo vi “bajoneado”, aunque supongo que la procesión fue por dentro. Sea como fuere a mí me ayudó esa actitud siempre positiva. Churchil decía “soy optimista, no tiene caso ser de otra manera” y creo que el gordo tenía exactamente esa esencia. El optimismo era parte de su esencia. Sin conocerlo demasiado, porque a pesar de ser completamente accesible era muy reservado, podría asegurar que fue un tipo que supo disfrutar la vida.

Recién le decía a unos compañeros que cuando alguien se muere, automáticamente pasa a ser más bueno de lo que fue, pero ese no es el caso de Ernesto, él también fue un gran tipo en vida. Agrego que jamás lo escuché hablar mal de alguien, incluso de quienes en su momento lo habían criticado. Así era él.

Más allá de lo que me toca la pérdida afectiva en lo personal, yo siento que con la partida del gordo todos perdimos. Perdimos esa tranquilidad que transmitía su forma de ser, perdimos sus respuestas rápidas e inteligentes, perdimos a un tipo con una capacidad de escucha poco común, perdimos miles de anécdotas que no importa si eran o no todas ciertas, perdimos a alguien con quien se podía conversar por horas, perdimos a un “jefe” comprensivo que anteponía siempre a la persona, en fin, perdimos a un tipo entrañable.

Yo espero haber aprendido algo de él. Seguro que sí.

Comentarios

  1. Seguro que sí. De todo y todos aprendemos.

    Yo soy optimista de naturaleza y pesimista por obligación. Quiero y siento que la vida es hermosa por más palizas me haya dado, pero también es cierto, que a veces no me queda otra que odiarla. Supongo que así es la relación de amor y odio que tenemos con la vida.

    Un placer, como siempre, leerte.

    Bsoss y feliz tarde.

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